Lilith: de espíritu nocturno sumerio a primera mujer rebelde.
Origen mesopotámico: los lilû y la demonología sumerio-acadia
Los primeros registros del nombre Lilith provienen del entorno lingüístico sumerio-acadios. En las tablillas de arcilla del tercer milenio a. C. aparecen los términos lilû, lilītu y ardat-lilî, espíritus o demonios del viento y de la noche.
Aunque no son entidades individuales, comparten características:
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Están vinculados a la oscuridad, las tormentas y las enfermedades.
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Son espíritus “sin hogar”, que merodean en los límites del mundo humano.
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En ocasiones se les asocia con la sexualidad no regulada o peligrosa.
Un dato importante: la Lilith mesopotámica no es aún un personaje definido, sino parte de una categoría de seres. El mito personal aparecerá más tarde, pero sus rasgos —feminidad inquietante, nocturnidad, ambigüedad moral— ya están presentes.
Lilith como figura individual: el Árbol Burney y la iconografía
La célebre figura conocida como Relieve Burney o Reina de la Noche (ca. 1800–1750 a. C.) ha sido interpretada por algunos arqueólogos como una representación temprana de Lilith. Aunque esta identificación es debatida, la imagen es reveladora:
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Una mujer alada y desnuda.
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Garras y patas de ave rapaz.
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Acompañada de búhos y de un león.
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De pie sobre montañas o una estructura sagrada.
Si bien podría ser la diosa Ishtar o Ereshkigal, muchos ven en esta iconografía la evolución de un “espíritu femenino nocturno” hacia una figura más poderosa e individualizada. Esta ambigüedad es consustancial a Lilith: diosa o demonio, amante o depredadora, protectora o destructora.
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